Los
recientes movimientos empresariales, cada vez más intensos e
importantes, en torno a la Educación lo dejan claro: tras la música, el
cine, los medios, los viajes, las compras y demás, llega el turno de la
institución educativa. La batalla está en torno a los datos y contenidos
que generan millones y millones de estudiantes y profesores en el
mundo: la información es la materia prima y el conocimiento, el valor.
Si tenemos esto en la cabeza, podremos entender el desarrollo de Coursekit, la aparición de Knewton o Skillshare o Floqq. Que el profesor de Stanford, Sebastian Thrun, deje la Universidad para fundar el proyecto Udacity. Que Craig Silverstein abandonde Google en favor de Khan Academy.
Sumemos además iniciativas como la P2PU o los, cada vez más prestigiosos y reconocidos en los currículos, Open Course Ware de diversas universidades y entenderemos que la educación, la escuela y la universidad son las siguientes instituciones en descomponerse.
Probablemente,
la formación profesional quedará para las empresas y la básica, para
las familias o comunidades organizadas. La universidad quizá vuelva a su
esencia: crear conocimiento explicando las ideas que mueven el mundo.
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